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Más allá de la Frontera Pablo J. Chufeni
Nota Revista Azahar

La historia de las familias puede escribirse por los festejos en los que se embarcan. Las navidades, las bodas, los aniversarios y los cumpleaños constituyen una hermosa manera de afianzar los lazos afectivos. En toda América Latina el nacimiento de una hija ya indica y dibuja en el calendario por venir un festejo de cumpleaños en particular: los 15, una fecha bisagra en la vida de las mujeres nacidas entre Ushuaia y Ciudad Juárez. Toda la región comparte esta tradición, por supuesto, con regionalismos y modos propios; sin embargo, pocos conocen la herencia cultural común, y compleja, de este festejo.

Esas nenas que jugaban con bebotes y cacerolas de plástico comienzan a reconocerse jovencitas, señoritas, y claramente van abandonando la niñez. El festejo de los quince años es un ritual costumbrista anclado en dos tradiciones muy distintas, una a cada lado del Atlántico.

Rituales de llegada a la pubertad y de iniciación a la vida adulta son comunes a todos los pueblos originarios americanos.
La llegada a la edad adulta marca el acceso al matrimonio y la maternidad.
Esta edad, no casualmente destacada en muchas culturas, indicaba en las comunidades precolombinas del territorio que hoy conocemos como México, la salida de las jóvenes de la protección de sus familias y el ingreso a los telpochcalli (del Náhuatl). Se trataba de escuelas de formación general, donde eran instruidas en los deberes de la mujer y preparadas para el matrimonio. Las niñas pasaban a ser mujeres y por tanto casaderas. El andamiaje ritual precolombino fue revisado y adaptado por el proceso de conquista español/portugués, con el aporte de la tradición católica, entre otras. Europa exportó hacia América sus modos y formas, que se fusionaron con lo autóctono dando origen al sincretismo americano, del que hoy somos parte.

En la actualidad, en los países de Centro América y el norte de Sudamérica, la fiesta de quince años incluye una misa de Tedeum como momento inicial, una impronta de las misiones católicas. El oficio de la misa representa el agradecimiento familiar por la llegada de esta fecha y el ingreso de
la niña a la vida adulta.

Estos rituales históricos tan pintorescos, son muy lejanos a la idea que impera actualmente en estas pampas. Dos elementos resultarán esclarecedores, y ambos llegan desde el viejo continente.

Uno de ellos es el baile de presentación en sociedad de las adolescentes. Las buenas familias de la Europa monárquica entendían como primordial la búsqueda de maridos para sus hijas. Estos bailes, sobre todo en Francia e Inglaterra, tenían el objetivo de presentar a las niñas al resto de las familias, y eran pensados en función de la inserción social en pos de posibles compromisos matrimoniales. Las clases altas de la América colonial, y post colonial, imitarán estos festejos con sus versiones locales, articuladas inevitablemente con la herencia cultural de los nuevos territorios.

El otro elemento lo constituye el formato estético de los emperadores Maximiliano y Carlota de México. Aunque de origen austriaco y belga, respectivamente, serán, por una caprichosa curva de la historia, los regentes del segundo imperio mexicano a partir de 1864. El vals, de última moda en Europa, y el clásico vestido de quince años típico modelo afrancesado, son una herencia europea, aportada por el matrimonio y adoptada por las elites de la época y vigente hasta el día de la fecha en amplios sectores de América Latina.
Las fiestas actualmente articulan elementos tradicionales de los pueblos originarios, del imperio colonial y de las altas esferas sociales europeas, y constituyen la tradición local con ribetes propios según la región que se analice.

Distintos elementos resultan característicos de cada zona. Es costumbre arraigada en Perú que la quinceañera sea recibida por 15 jóvenes que le entregan cada uno una rosa; en República Dominicana el ingreso de la festejada es precedido por 14 parejas siendo ella y su acompañante la quinceava pareja; en México la quinceañera es escoltada en su ingreso por un grupo de chambelanes, adolescentes vestidos como cadetes militares tradicionales.

Otra tradición muy apreciada es el cambio del zapato por parte del padre. Antes de bailar el vals tradicional la joven recibe de su padre un par de zapatos de taco alto y deja los zapatos bajos como símbolo de abandono de la infancia. Tal vez una de las más bellas tradiciones regionales de América Latina sea el desprenderse del último juguete. La tradición original indica que una mujer pronta para casarse ya no necesita juguetes, por tanto puede regalarlos en señal de estar lista para el matrimonio. Se origina en la cultura maya y sigue muy afianzado en Honduras, Guatemala y el sur de México. La quinceañera se desprende de su “chiche” más preciado, generalmente una muñeca, para despedirse de la infancia, entregándolo a aquellas amigas menores que ella.

Este rito tiene una clara semejanza al del ramo de la novia. Resulta interesante conocer las formas y modos de festejo en otras latitudes, permite volver a elegir las propias o revisar y adoptar los de otras latitudes, más no existe regionalismo alguno en la intensidad con la que las jóvenes de las ciudades de estas vastas tierras viven esta fecha clave. Chicas de toda la extensión latinoamericana piensan, de un modo u otro, en su fiesta de 15 años seguramente mucho antes, incluso, de admitirlo

Agradecimiento:
Rolando Ramírez. México D.F.
www.actiweb.es/rbvideoproducciones

Las tendencias en festejos de 15 años en Argentina distan grandemente de los rituales tradicionales del resto del continente. Sin margen de duda la sugerencia para todos aquellos que estén embarcados en la planificación de una fiesta de este orden, es hacerse del tiempo para revisar todos los elementos que la componen y buscar el espacio para incorporar el simbolismo propio de la familia. Puede ser la entrega de una alhaja familiar, palabras previas al brindis, un fotomontaje o un ingreso en familia. Lo crucial es aportar a esa fiesta el carácter propio de los anfitriones, sin olvidar que se trata de un festejo orientado a los adolescentes. Sugerencia de Pablo J. Chufeni